El mapa que demuestra el daño causado por el movimiento antivacunas
La desinformación y la ignorancia han causado que el movimiento antivacunas comience a provocar estragos a lo largo del planeta. Enfermedades y padecimientos que se creían que habían desaparecido han regresado a afectar a las sociedades de diferentes países, por ejemplo las paperas o el polio.
El movimiento antivacunas ha aparecido en distintos momentos de la historia, el más reciente se dio en 1998 cuando una investigación sin mayor sustento afirmaba que las sustancias que contienen las vacunas pueden causar, entre otras cosas, autismo, causando en su momento gran confusión sobre estos resultados incorrectos, lo que llevó a los padres de familia a no vacunar a sus hijos.
Mapa de los efectos del movimiento antivacunas
Con esto en mente, el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos ha comenzado a tomar las cifras de cada uno de los brotes de sarampión, paperas, polio y rubéola desde 2008 a 2018 para ponerlas en un mapa interactivo y demostrar los efectos negativos en la salud que tiene el movimiento antivacunas.
Muchas de estas enfermedades pueden ser prevenidas con la aplicación de las vacunas; sin embargo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ha estimado que al menos 146 mil personas alrededor del mundo morirán de sarampión de forma anual, la mayoría de ellos serán niños.
En México a pesar de que las vacunas son obligatorias a través de una cartilla nacional de inmunización, las consecuencias del movimiento y el mal manejo de las vacunas por parte del gobierno se comienzan a manifestar con 185 casos registrados de sarampión hasta 2018, sin embargo esta cifra puede ir en aumento.
Desinformación e ignorancia, la fuente del movimiento antivacunas
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud existen varias razones para oponerse a un esquema de vacunación, desde religiosas y hasta malinformadas, como aquellas que consideran que se trata de un mecanismo de control gubernamental o bien, que la seguridad y eficacia de las vacunas no es suficiente.
De todas estas, se han logrado identificar seis razones de gran importancia por las cuales las personas consideran que no es necesario vacunar a los niños:
“Las enfermedades comenzaron a desaparecer por los avances sanitarios y de higiene”
Si bien es cierto que la mejora en las condiciones socioeconómicas y en la nutrición ha tenido un impacto indirecto en el desarrollo de las enfermedades, es el desarrollo de los antibióticos y las vacunas la principal causa de que los porcentajes de supervivencia a las enfermedades hayan aumentado entre las personas.
“La mayoría de las personas enfermas han sido vacunadas”
Este argumento implica que las vacunas no son efectivas para el tratamiento de las enfermedades. Sin embargo, es falso: la inmunización tiene al menos un 98% de efectividad cuando tiene un uso correcto.
“Existen lotes de vacunas defectuosos”
Esta frase no es real, pues el tratamiento y desarrollo de las vacunas tiene muchos procesos de vigilancia que determinan su efectividad y eliminan el daño potencial que pueden causar. Además de que los lotes no son estandarizados, pues dependen del tamaño de la población y formas de distribución.
“Las vacunas tienen efectos secundarios y causan enfermedades que no se conocen”
Uno de los mayores argumentos del movimiento antivacunas es este mito, pues los efectos secundarios son poco comunes y resultan mínimos y temporales y pueden ir desde el dolor del brazo hasta una fiebre mínima, todo controlable con un analgésico.
“Las enfermedades han sido eliminadas del país”
Basta con una sola persona contagiada de una enfermedad como el sarampión, paperas o polio para comenzar un brote dentro de una población determinada. Entonces a pesar de estar virtualmente eliminadas, la aparición en otras partes del mundo no disminuye el riesgo de contraerlas si ese grupo no está vacunado.
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“Los esquemas de vacunación múltiples para un niño puede dañar su sistema inmune”
Investigación científicas han demostrado en innumerables ocasiones que las vacunas múltiples no tiene un efecto negativo en el sistema inmune de los niños, y no hay riesgo de tener efectos secundarios graves.
