Durante estos días de encierro, nuestro cuerpo ha acumulado tensiones que son prioridad liberar. Date un tiempo para relajarte y sentirte en calma.

El cuerpo “tiene memoria”. Y registra emociones y expresiones emocionales. Nos brinda información sobre cómo la estamos pasando en el día a día: si hemos estado cansados, tristes, abrumados, temerosos, ansiosos, con insomnio, o tal vez tranquilos, equilibrados; el grado de liviandad o pesadez variará acorde con tus cambios emocionales y conocerlo te ayudará a alcanzar la relajación.

Pesadez vs liviandad corporal

A diferencia de cuando estamos relajados, la gravedad y la caída del cuerpo es distinta cuando estamos estresados. Toma conciencia de tu estado general, de los movimientos de tu cuerpo y de tu sensación de energía. Es muy común sentir pesadez o liviandad como percepciones corporales básicas dependiendo de tu estado mental y el desgaste físico que has sentido por el estrés de estos días.

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Haz caso a tu cuerpo

Identifica las zonas que tienen exceso de tensión mediante un monitoreo general de tu cuerpo, es recomendable tomar conciencia y dar un recorrido lento por cada miembro. Comienza desde tu cara, cuello y hombros, continúa con brazos y manos, sigue con piernas, abdomen y región lumbar.

Relajación Progresiva

Desde hace años, el Doctor Jacobson propuso una metodología eficaz para la relajación progresiva que sigue vigente y que llevan a cabo muchos especialistas. Dicha estrategia por pasos te encamina para lograr una relajación profunda sin tanto esfuerzo, lo que favorecería en la mejoría tanto de la tensión muscular, así como en la tensión mental y la distinción entre ambas.

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 En su práctica promovió que la gente dedicara al menos una hora al día para la relajación. En la actualización de la técnica se sugiere llevarla a cabo en alrededor de 30 a 45 minutos. Toma en cuenta de forma sencilla y central lo siguiente:

Pasos para la relajación

Primero. Tensiona y relaja diferentes grupos de músculos en todo tu cuerpo en una posición sentada o tumbada boca arriba, con una frecuencia respiratoria regular. Elige un orden ascendente o descendente, por ejemplo, y comienza apretando tus puños; avanza contrayendo el antebrazo, y tensiona y flexiona los músculos después. Repítelo con el otro brazo, y el bíceps. Continúa con los músculos faciales, mandíbula, cara y cuello.

Continúa desde el abdomen hasta los pies. Una vez relajados los músculos es mejor que estos no se muevan. Es importante que si cuentas con alguna dificultad de salud física, siempre recurras a un especialista en el ámbito correspondiente para recibir un apoyo personalizado.

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Segundo. Realiza un recorrido mental por cada parte de tu cuerpo que has tensionado y relajado, monitorea las partes de que has localizado y que desees relajar aún más.

Tercero. Busca tu relajación mental, existen distintas herramientas que pueden favorecer que imagines y evoques sensaciones de bienestar. Concéntrate en lo bueno que has logrado en tu día, recuerda una anécdota agradable, mira una foto que te genere una emoción positiva, un mensaje que te ponga tranquilo. Agrega recursos musicales, instrumentales que a ti te propicien relajación. Los musicoterapeutas han realizado serios estudios e intervenciones sobre el impacto de la música en los estados de la mente. 

Toma en cuenta que relajarse en tiempos difíciles te permite tomar conciencia de la relación entre tu cuerpo y mente. Esto podrá favorecerte para obtener y aumentar la energía necesaria para enfrentar tu realidad.

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