Si engordas a pesar de sólo comer lechuga y tu estómago y tú no parecen ponerse de acuerdo, quizás sería una buena idea revisar tus hábitos de alimentación.

La obesidad, el sobrepeso, la mala digestión y problemas semejantes pueden surgir no de lo que comes, sino de cómo lo comes. ¿Qué tan saludables son tus hábitos de alimentación? Quizás te sorprenda saber algunas cosas.

Uno de los buenos hábitos de alimentación en otros tiempos menos ocupados que los actuales, la hora de la comida en las familias era considerada sagrada.

En otros tiempos menos ocupados que los actuales, la hora de la comida en las familias era considerada sagrada. Se hacía al mediodía, cuando todos estaban a la mesa, y se servían los tres platillos correctos: sopa, carne con verduras y postre.

Malos hábitos de alimentación que debes evitar

Hoy, con todo el ajetreo diario en el que estamos sumergidos, comemos lo que podemos, donde podemos, a la hora que podemos.

Aquello era cuestión de educación, pero también era una buena costumbre, bastante benéfica para la salud. Hoy en cambio, con todo este ajetreo en el que estamos sumergidos, comemos lo que podemos, donde podemos, a la hora que podemos, y si no podemos, nos quedamos sólo con la barra energética o el café negro del de desayuno. Y seguimos así hasta la noche en que al llegar a casa, comemos todo lo que no pudimos consumir durante el día.

Y tú ¿cómo comes?

Investigaciones recientes sobre obesidad y sobrepeso afirman que el contenido graso y calórico de los alimentos es responsable del aumento de peso, por los malos hábitos de alimentación.

Investigaciones recientes sobre obesidad y sobrepeso afirman que el contenido graso y calórico de los alimentos es responsable del sufrimiento de la báscula, pero en general, son los malos hábitos de alimentación los que coadyuvan a que no estemos en el peso debido, y/o que padezcamos toda una serie de trastornos digestivos.

Los malos hábitos de alimentación

Alimentarte de pie es un signo inequívoco de apresuramiento y tensión, dos grandes enemigos de la digestión.

Comer a deshoras. Esto saca al cuerpo de balance y desquicia el ritmo del aparato digestivo.

Alimentarte de pie. Es un signo inequívoco de apresuramiento y tensión, dos grandes enemigos de la digestión.

Condimentar de más. Ya sabes, poner sal a la comida antes de probarla, comer cosas cuya grasa se te escurre entre los dedos (y se pega a las arterias), verter media azucarera en tu taza de café, media botella de salsa en tu carne, medio frasco de aderezo en tu ensalada.

Comer lo que otros dejaron. Como si pensaras que no vas a volver a comer en tu vida. Si quieres mantenerte en tu peso, no es buena idea comerte la media hamburguesa que dejó tu novia, ni acabarte sus papas fritas.

Comer frente al televisor. Pésimo. Realmente se pierde el control. Puedes devorar un kilo de frituras o una caja de chocolates antes de que la película llegue a la mitad.

Acompañarlo todo con pan o tortillas. Si eres de los que se comen un bistec de 150 grs. junto con medio kilo de tortillas, o un huevo revuelto en compañía de dos bolillos con mantequilla… ¿por qué estarás pasado de peso?

Comer cuando estás deprimido. Comerás más, porque será una forma de gratificarte. Esto aplica también a comer por nervios o por estrés, sin tener hambre realmente.

El buen comer no se lleva con las carreras. Si comes con las prisas, tomarás bocados más grandes que casi no masticarás.

Aceptar una doble ración. La esposa de tu jefe es de las que hace drama si no repites plato. Tú aceptas para quedar bien. Resultado: sales de ahí con dos platos de espagueti, dos panes y cuatro flanes en el coleto. ¿Adónde crees que se depositará todo eso?

Comer de prisa. El buen comer no se lleva con las carreras. Si comes con prisa, tomarás bocados más grandes que casi no masticarás. Esto es malo para tu esófago, para tu estómago, para tu digestión y para tu peso.

Pasarte, y después ayunar. Como hoy te comiste una docena de tacos, mañana te matas de hambre. No, amigo, la cosa no es así.

Cenar demasiado o comer algo justo antes de dormir. Uno de los peores malos hábitos al comer ideal si quieres engordar, si no quieres digerir bien, y si quieres pasar una noche de perros. De lo contrario, haz una cena ligera, cuando menos una hora y media antes de irte a la cama.

Los buenos hábitos de alimentación

El hecho de sentarte a comer pausada y relajadamente no sólo es un mecanismo antiestrés, sino que también en un hábito de alimentación que favorece tu digestión.

Siéntate a comer a la mesa. El hecho de sentarte a comer pausada y relajadamente no sólo es un mecanismo antiestrés, sino que también favorece la digestión.

Toma mucha agua. Prefiere el agua a los refrescos. Si tomas agua antes de comer, te llenarás más rápidamente, y además tus células se mantendrán hidratadas.

Come despacio. Mastica bien cada bocado, disfrútalo, paladéalo. Y no pongas el siguiente en tu boca hasta que no hayas pasado el anterior. Parece mentira, pero esto ayuda a evitar el sobrepeso.

Prefiere los alimentos frescos a los procesados. Siempre que te sea posible, come alimentos frescos, pues los procesados suelen tener demasiada sal o azúcar, y los conservantes pueden causar problemas.

Come algo ligero entre comidas. No te hablo de un pastel o un pedazo de pizza. Te hablo de una manzana, una barra de cereal, un yoghurt. Comer algo sano a media mañana y a media tarde calma el hambre y evita que salgas corriendo al puesto de fritangas más cercano.

Elige lo asado a lo frito. Sobre todo si estás comiendo fuera de casa. Si de todas maneras no puedes vivir sin frituras, procura escurrirlas bien antes de consumirlas.

Consume suficientes frutas y verduras. Sí, sí, como cuando eras chico. El hecho de que hayas crecido no quiere decir que ya no te tienes que comer tus espinacas.

No es demasiado difícil, ¿o sí? Bien mirado, esto de los buenos y los malos hábitos al comer no es otra cosa que adquirir una costumbre saludable y abandonar aquella que no lo sea. Porque después de todo, tú tienes el control.

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