Muchas veces consideramos que realizar ejercicio potencia el deseo sexual; sin embargo, los atletas de alto rendimiento suelen evitar a toda costa el sexo en su concentración previa a una competición, pero ¿qué tanto influye ejercitarse vigorosamente en el deseo sexual?
Para descubrirlo, la Universidad de Carolina del Norte se dedicó a estudiar la líbido y el deseo sexual de mil 77 personas, así como sus hábitos de ejercicio, comparando la frecuencia de sus entrenamientos y sus niveles de fatiga. Los resultados fueron publicados en Pubmed, revista de estudios científicos de Estados Unidos.
El ejercicio y el deseo sexual
La investigación se centró en clasificar a los hombres de acuerdo a sus actividades físicas, ya se con un régimen de entrenamiento alto, prolongado o moderado, así como la frecuencia de los mismos, y si de ello depende la intensidad y duración cuando se ejercitan.
Por otro lado, también buscaron en las mismas personas sus niveles de líbido y del deseo sexual que sentían a la semana, clasificándolo como bajo, moderado o con un alto índice de respuesta a los estímulos sexuales.
Los resultados fueron que mientras más frecuente y duro sea el régimen de entrenamiento de un hombre, menor será su deseo sexual e hicieron una recomendación a las clínicas de fertilidad y terapeutas sexuales que tratan disfunciones en los hombres en también buscar si ellos se ejercitan regularmente, así como la intensidad de sus ejercicios.
Deseo sexual en las mujeres
A pesar de que este nuevo estudio revela por qué los hombres son más susceptibles a tener una disminución en su deseo sexual, los sesgos resultan notorios, ya que la mayoría de las investigaciones solamente se centran en los efectos que tiene una sesión seguida de un estímulo sexual.
Por ejemplo, en 1996 una investigación puso a un grupo de mujeres a realizar bicicleta por 20 minutos para después presentarles un video porno, y los resultados fueron que la mayoría de ellas presentaron excitación en el área de la vagina luego de la presentación. Esta investigación se volvió a replicar en 2012.
Lo que se encontró en ambas ocasiones fueron que el sistema nervioso simpático recibe estímulos fuertes luego de una sesión de ejercicio, lo que puede beneficiar a la excitación sexual si se presenta después del mismo, a diferencia de si se encuentran en un estado de reposo o con altos niveles de estrés.
Los ejercicios anteriores se hicieron durante 20 minutos, por lo tanto, esto no prueba un efecto a largo plazo, o si se tienen rutinas más complejas, como levantamiento de pesas o una disciplina deportiva. En este caso los resultados son similares a los hombres.
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Mientras que una sesión ligera puede estimular el sistema nervioso simpático y llevar a un aumento en el deseo sexual, en sesiones largas de entrenamiento este disminuye debido a los niveles de cansancio y de estrés que causa el ejercicio.
Las investigaciones se han centrado solamente en los efectos físicos de hacer ejercicio. En el futuro, los investigadores también se centrarán en buscar su relación con las hormonas del cuerpo u otro factor que pueda intervenir en la disminución del deseo sexual