El famoso «no pain no gain» (si no duele, no sirve) en ocasiones suele ser mal interpretado por algunos deportistas al creer que si no les duele algún músculo cuando lo están entrenando, el ejercicio es vano. Para contrarrestar estos dolores es conveniente realizar una buena entrada en calor antes de la actividad física y algún ejercicio regenerativo (como la elongación), luego de la actividad.
Una molesta sensación
El dolor es una “sensación molesta de una parte del cuerpo”. ¿Qué lo provoca cuando entrenas? Diversos factores.
Por un lado está el dolor que se presenta mientras realizas el ejercicio, especialmente si estás haciendo un trabajo muscular. Este dolor se produce por falta de flujo sanguíneo (isquemia) y se genera porque la tensión desarrollada dentro del músculo es suficientemente intensa como para ocluir el flujo sanguíneo de los músculos que intervienen.
Existen también los llamados productos de desecho (como el ácido láctico) que se acumulan durante la contracción, produciendo dolor. Pero que se remueven cuando la contracción cesa, del mismo modo que se normaliza el flujo sanguíneo. Este dolor es de corta duración y desaparece al terminar el ejercicio.
Por otro lado existe el dolor tardío, que aparece unas 24 a 48 horas después de terminado el ejercicio. Se produce por la ruptura de algunas fibras o porque la isquemia que se produjo durante el ejercicio produce un dolor que desencadena en un espasmo muscular reflejo. En caso de que nos estemos refiriendo a una actividad que no tiene que ver específicamente con el trabajo muscular (como por ejemplo, trotar), el dolor puede producirse porque durante la actividad, a través de las contracciones que se producen, se libera una gran cantidad de sales (por ejemplo, magnesio), y esto genera dolor posterior.
Una señal de alarma
Cuando se acumula el ácido láctico que produce el cuerpo cuando entrenas, se produce dolor en los músculos, pero ¡ojo! Este sólo representa un aviso que manda el cuerpo, que te indica que estás a punto de lastimarte.
La fatiga es un tipo de alarma que tiene el organismo como sistema de defensa o de aviso para evitar cualquier tipo de sobreentrenamiento, y que por medio del dolor te hace consciente de que algo anda mal.
¿Qué tipo de dolor se presenta como señal de aviso?
Hay varios tipos. Desde el rompimiento de fibras musculares, hasta un desgarre total de la vaina de algún músculo en toda su extensión. Por ejemplo, un desgarre de bíceps braquial que se desprende en su totalidad desde el punto de su inserción y que puede ser la porción larga o la corta.
Otro tipo de lesión común viene durante la elongación de los ligamentos, que causa dolor cuando se fuerza su flexibilidad provocando un dolor agudo en la zona dañada. Los ligamentos se localizan en todas las articulaciones, falanges, trazos, carpos, muñecas, codos, rodillas, hombros, columna, etc.
Y qué decir de los meniscos, que duelen con frecuencia y que no les damos la importancia que merecen.
La mayoría de las lesiones deportivas se deben a traumatismos por sobrecarga, y pueden tener importantes secuelas a largo plazo para la vida del deportista. De ahí la importancia de utilizar la lógica para discernir cuándo un dolor se considera normal, o hasta qué punto se trata de una lesión en proceso.