No hace falta ser un experto para saber que ejercicio y alcohol no son la mejor combinación. Bebiste de más la noche anterior y aunque has pasado por resacas mucho peores, el dolor de cabeza, las náuseas y el aletargamiento te acompañan a la mañana siguiente. Como una forma de compensar la situación, decides enfundarte el outfit deportivo y tratar de ‘quemar las calorías’ que ganaste la noche anterior, pero hacerlo aún cuando te sientas bien puede ser contraproducente para tu cuerpo. Conoce por qué es mala idea entrenar si tienes cualquier síntoma de resaca:
Te deshidratarás aún más
Beber provoca un estado de deshidratación que se agrava conforme más alcohol se ingiere, pues esta sustancia funciona como diurético y provoca que el riñón trabaje a marchas forzadas eliminando más agua de la que es necesaria. Si sales a correr o vas al gimnasio la mañana siguiente después de beber en exceso, es muy probable que lejos de sentirte mejor acabes aún más deshidratado y con peores síntomas de la resaca, pues al alcohol se suma el sudor, una combinación perfecta para asegurar un dolor de cabeza el resto del día. Evita combinar ejercicio y alcohol si los síntomas de la resaca son evidentes.
Tu entrenamiento será casi en vano
Puede que tengas una sesión casi tan intensa como cualquier otro entrenamiento el día después de beber, pero combinar ejercicio y alcohol en un lapso corto de tiempo siempre jugará en tu contra. Un estudio publicado en 2014 en Australia y citado por TIME determinó que incluso un par de tragos disminuyen notablemente la síntesis de proteínas en tu organismo cuando haces ejercicio. Aunque no te sientas del todo mal, la capacidad de tu cuerpo para para incrementar y reparar los músculos o ganar fuerza será reducida, por lo tanto, es muy probable que tu esfuerzo por entrenar aún con resaca sea en vano.
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Podrías sufrir un accidente
Aún cuando te sientas apto para realizar ejercicio, es probable que tu cerebro siga resintiendo los efectos del alcohol después de una noche de copas. Basta un trago para cambiar la química cerebral y aunque los efectos no son inmediatos, pueden durar horas en el organismo. La pérdida de habilidad motriz, reflejos, fuerza y capacidad aeróbica pueden ponerte en riesgo si decides hacer ejercicio a la mañana siguiente, especialmente si se trata de un entrenamiento con peso.
Corres mayor riesgo de lesionarte
Si decides ejercitarte a las pocas horas de beber, debes saber que tu riñón estará ocupado eliminando las toxinas propias del alcohol, provocando una mayor acumulación de ácido láctico que de costumbre, que te hará sentir dolor muscular y fatiga más rápidamente. Los calambres pueden ser la mejor señal de aviso de que deberías esperar al día siguiente para realizar tu rutina, pues estarás exponiéndote a una lesión de mayor gravedad.
La mejor recomendación es esperar al día siguiente para volver a la actividad física una vez que tu cuerpo se haya recuperado. Lo anterior no significa que debas evitar por completo combinar ejercicio y alcohol. Si bebiste uno o dos tragos y te sientes completamente bien, puedes entrenar poniendo especial atención a cómo te sientes en cada fase de tu rutina. Se trata de beber con moderación, sin el estómago vacío y alternar cada trago con agua para evitar los síntomas de la resaca al día siguiente.
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